lunes, 22 de marzo de 2010

EPIDEMIAS (Corpus Hippocraticum)

Epidemias

A la hija doncella de Euryanacto la acometió una calentura fortísima, y en toda ella no tuvo sed, ni apetito ninguno a la comida. Por el vientre echó un poco de humor, y las orinas fueron tenues, en poca cantidad y de buen color. Al comenzar la fiebre sintió un dolor en el perineo. El día sexto estuvo sin calenturas no sudó, hizo crisis, y en el tumor del perineo se hizo materia y al tiempo de la crisis se abrió. El séptimo día, después de la terminación, tuvo frío, con temblor de todo el cuerpo, entróle un poco de calor, y sudó. En el octavo, después de la crisis, tuvo un poco de frío con temblor, y después se le enfriaron los extremos de modo que ya más no volvieron en calor. El día décimo, después que tuvo un sudor, le vino algo de delirio, mas de allí a poco volvió en sí. Díjose que padeció la enferma todos estos males por comer una uva. El día duodécimo pasó sin calentura, pero volvió después a delirar. Turbósele el vientre, y echaba humores coléricos en poca cantidad y sin mezcla de otros, delgados y picantes, y se levantaba a menudo a arrojarlos. El día que hacía siete, después del delirio último que tuvo, murió. Esa mujer, desde el principio de la enfermedad, tuvo dolor en las fauces y rubicundez continúa en ellas y retraimiento en la campanilla, junto con esto mucha destilación de humores en poca cantidad, delgados y picantes: tenía también tos, y no arrancaba nada cocido. Toda la enfermedad tuvo, una suma inapetencia y aversión a todas suertes de comidas, no tuvo sed, ni bebió cosa memorable, hablaba poco, estaba silenciosa y el ánimo le tenía en perpetua desconfianza y desesperación. Hallábase en esta enferma una natural y congénita disposición a la tisiquez.



E. Littré, Oeuvres Complètes D’Hippocrate, Tome second, Epidémies premier livre, a Paris, chez J.B. Baillière, 1840, pp. 598-717.